Monday, February 27, 2006
Thursday, February 23, 2006
Cumpleañeros del mundo
Ahora tengo 24 años y realmente las edades ni me apuran ni me apresuran, no me comprometo por mis edades, soy sin embargo, por todos los días...
Amigo del tiempo, yo hubiera desdeñado los segundos segregado las horas e incendiado los almanaques.
Las hojas de los árboles hablan el secreto del tiempo: ¿será sol el tiempo, será lluvia el tiempo? Muchos han vivido siglos de descomunal ausencia, otros pocos, segundos vívidos de serena muerte.
Friday, February 17, 2006
El abismo
La carne suele ser un territorio yerto, la fugacidad más nuestra donde cavamos la tumba de la deseperación propia. Aproximamos la vida a la muerte mediante el gozo, según dicen los dógmas de la "liberación", el amor es la proximidad al abismo.
Estar en otro y caer en la fronda de nubes que lo habitan, majestuosa y celeste obnubilación (creo que yo, todavía, quiero más)...
Wednesday, February 15, 2006
Bichita del aire
Esto no es nada, a más, la segura insensatéz de quererte lejos del olvido y convidarte un poquito de esta nostalgia que figura con tu nombre, en los paisajes escondidos de ese otro mundo donde te sigo mirando...
Tuesday, February 14, 2006
El verbo inmediato
A veces me pregunto si habiendo visto tanto no podremos definitivamente acariciar el fin de lo inmediato; un éxtasis glorioso que nos hable de lo que fuímos en un eco anterior y nostálgico, más allá de los confines del adios...
Las cosas nos envuelven y a veces se transportan como paralelas, no sólo la música y el arte terminan por adormecernos más, también los labios que nos van besando de a poco en el trayecto, retornos febriles a nuestra carne "sucia de vida". Si los silogismos de verdad sirven para algo, y el suicidio se encuentra a la vuelta de las palábras, ¿por qué no salimos simplemente a decir el mundo hasta hartarlo de muerte?.
La parálisis del verbo me provoca querer gritar, y... ¡ah!
Navegar en el límite
Éste es un espacio dedicado a la anáfora y al juego, al despotismo indecente que llena de vacio y que por ello liberta, al arrebato; desde lo más viceral y diáfano que se lleva inscrito, ese instante precioso en que dejamos de ser "nosotros mismos".
Carente de encanto por ser simplemente encantador: el lenguaje no es sino palábras que edulcloran lo "real", herramientas, bellas armas punzo-cortantes.